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Aprendamos a usar el derecho legitimo a la sospecha |
El Articulo 28 de
la Constitución Nacional establece el acceso a la información de las personas,
señala textualmente;
“Se reconoce el derecho de las personas de
recibir información veraz, responsable y ecuánime. Las fuentes públicas de
información son libres para las personas”.
Vale recalcarlo
ya que, la madre de nuestras leyes, la que rige sobre todas, “reconoce” el derecho
de todos para informarnos, es decir, de que podemos acceder personalmente a los documentos
públicos sin intermediarios, comprobar irreprochablemente, qué se hace con la cosa pública, quienes son los que administran nuestros
bienes, cuanto recaudan, a que empresa se les otorga la licitación, si existe
algún parentesco con ellos, si hay tráfico de influencias, quienes son nuestros
funcionarios, sus sueldos, comprobar si es válida o escuálida sus funciones, si
es o no planillero, si se justifica el uso de un vehículo del estado, en
concreto, en qué “gastan” el erario público, conocer cada punto nos da un discernimiento
veraz y certero de lo que pasa, es un
derecho que debemos hacerlo propio sin delegar a quienes a veces se creen ser dueños y señores exclusivos de la información,
que recae muchas veces en una gran minoría de funcionarios públicos o de autoridades de
turno censuradores o de algunos medios
de comunicación, incluso en algunos periodistas avivados que recurren al uso de la propaganda política para hacer
juicio de valor, obvian su función primigenia, cual es la de informar
objetivamente, reconozco el rol fundamental de la prensa y de los periodistas
sin embargo muchos de ellos solo amplifican, magnifican - sobre todo- “
direccionan” hacia sus intereses con el mal llamado, NOTICIAS POSITIVAS, que
son simples propagandas para influenciar en las masas, con hechos distorsionados
que se publican o divulgan siguiendo una línea de falsedades, les puedo
asegurar que todo ello trae consigo el artilugio
del diablo… la que reza así “ UNA VERDAD CON MIL MENTIRAS DETRÁS” ese ser así
nos convence, -emulando eso-, nos dicen una verdad a medias, y tras ello viene aparejado un sin números de
hechos de corrupción exasperante, con el efecto narcotizaste que provocan las
propagandas, no hay cuestionamientos, ni se constata la veracidad, y NO SON
ELLOS SINO TODOS NOSOTROS quienes por derecho debemos y podemos requerir a una
Institución central o autónoma cualquier documento público para corroborar lo
que dicen estar haciendo o informando con la realidad, si bien existe el
derecho a la presunción de inocencia, debemos
también aprender a utilizar el derecho a la sospecha, ante la retórica de
que todo está bien, de que todo es por primera vez, nunca antes hecho o visto, ahí activemos
nuestro legítimo derecho a la sospecha, con la sentencia: mucho dulce ya
empalaga. De que una gran mayoría de políticos hagan esto no debe de extrañarnos,
pero de que los medios y peor aún algunos periodistas vendan algo tan malvado,
ensordece, enciega y adormece a la opinión pública que cava su propia tumba al
creer tales distorsiones, aunque vea en su lápida el escrito de pobreza, ignorancia, sometimiento, con tan
poco, PAN Y TOROS, por ello, USÉMOS éste derecho seamos los contralores de lo
nuestro, la transparencia en la gestión pública ya debe ser una cultura, urgemos
en los sitios web, pidamos a las instituciones, en la diversidad de verdades
que los medios presentan, debemos cerciorarnos por nosotros mismos, tras ello
vendrá mayor luz y una verdadera democracia, esa que reside en el pueblo con libertad, fraternidad e igualdad.
Edgar Zacarías
Ynsfrán